Yamila Nizetich, licenciada en madurez y capacidad de disfrute
Hola, ¿cómo están?
Si en Argentina el fútbol no absorbiera todo y tuviéramos otra cultura deportiva, una atleta como Yamila Nizetich debería tener un reconocimiento público muy superior. ¿Tienen idea lo que es ganar la Champions League de Europa? ¿Y ser la mejor receptora de una temporada de la Liga Italiana, que reúne a una constelación de estrellas y cracks de todo el planeta? ¿Qué onda si la italiana Paola Egonu, un portento físico de aquellos, capaz de hacer 47 puntos en un partido, le dice “mami” cada vez que se la cruza en un torneo? ¿Qué tal si además de todo lo que hizo, hace y hará dentro de la cancha le suma un título universitario?
Si te sentás en una mesa de algún barcito, podés charlar de todo eso con Yamila Nizetich, la cordobesa que es una marca registrada de Las Panteras, el seleccionado femenino que está disputando la Copa Panamericana en Puerto Rico.
A los 15 años, cuando ya pintaba para volar altísimo, ella soñó con jugar en Italia. Terminó disputando cuatro temporadas en la Lega y ahora, a los 34, ya puede jactarse de haber jugado profesionalmente en clubes de España, Francia, Alemania, Turquía, Italia y Grecia.
Aquí, la segunda parte de la charla con “la Yas”.


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Días atrás de tomarnos un café en Córdoba, sus redes sociales se inundaron de fotos: estaba llena de engrudo, pegoteada, pinturrajeada, con papeles enredados en el pelo y hasta una bengala en una mano. En la mayoría de esas imágenes aparecía la clave: un marco de cartón, prolijamente pintado, con brillos, y la inscripción “Licenciada 2023”. Un rato antes había defendido su tesis para recibirse de Licenciada en Gestión Turística en la Universidad Siglo 21.
“¿Cómo es hacer una carrera universitaria siendo deportista de alto rendimiento y viviendo en el exterior? Hubo mucho de organización, porque tenés que ir dividiendo tus tiempos de descanso. Me fui haciendo una rutina, un hábito”, explica Yamila. “Era también un compromiso conmigo misma y con la universidad. El objetivo, como dije, no era hacerla en cuatro años, como el resto, sino en el tiempo que pudiera, para tener un título universitario”, agrega mientras sonríe.
Se la nota orgullosa. Realizada. Con esa misma determinación que se la observa dentro de la cancha. “Los deportistas terminamos nuestra carrera súper jóvenes y tener algo para ‘el después’ también es muy importante. También me ayudó mucho a ‘apagar la cabeza’”, describe.
Conozco a César Bernhardt, su psicólogo deportivo, desde hace muchos años. Le comento, entonces, que él siempre sostuvo que enfocarse en aspectos que fuera del deporte sirve para “apagar la cabeza” y recargar combustible mental. Nafta premium para salir a la cancha. Una retroalimentación perfecta.
“A la universidad la usé en parte para eso. Perdía un partido, una Copa, una final, y al otro día tenía que estudiar estadística o marketing. Entonces, me ayudaba a salirme del mundo del vóley, de las preocupaciones. Lo disfruté un montón y es una satisfacción enorme”, apunta. “Se siente algo parecido a ganar un torneo largo. Te proponés un objetivo, te entrenás toda la temporada y llegás a la final y la ganás”, dice.
Como en otros temas, también con este paso siente que va dejando su huella. Entiende que puede ser un espejo en el cual otras deportistas puedan mirarse. “Para las que vienen detrás, esto también es parte del legado. Hay compañeras que dejaron la universidad hace poco y yo puedo decirles: ‘Che, volvé, porque yo lo hice y vos también podés’. Por supuesto, no es fácil, pero se puede, se puede”, plantea.
Juega hace veinte años en las selecciones nacionales y ya pasó por una infinidad de equipos europeos. ¿Qué zanahoria se pone delante cada día? ¿Cómo se desafía para seguir teniendo apetito de triunfos en cada temporada? “Vos a mí me das una camiseta celeste y blanca y yo estoy en Disney. Y a los objetivos me los planteo año a año. En 2023 tenemos el Preolímpico. Me encantaría jugar otra Olimpíada, la tercera. Y en clubes, intento ver los proyectos. Por ejemplo, ahora salió lo de Olympiacos, que se armó para ganar la Copa de Europa y la Liga Griega. Y dije ‘Dale, listo, vamos’. También busco demostrar que puedo seguir mejorando a mi edad. Competir conmigo misma es lo que me mantiene viva”, agrega.
Hace algunas semanas, Yamila tuvo su Campus. Le consulto, por supuesto, si se ve dedicándose al vóley, desde otra función, una vez que concluya su carrera. “Creo que cuando me retire será porque estoy ‘hasta acá’ (se señala la frente) con la vida que hago desde los 15 años. Y no creo que tenga ganas y energía para seguir esta vida de valijas”, advierte. “Pero al Campus lo voy a seguir haciendo hasta que me muera. Me encanta. Es una forma de devolverle al vóley todo lo que me dio. Y es la única forma de estar en contacto con las pibitas, inculcarles que estudien, poder decirles que salí de un club como ellas y que no tengo nada diferente a cualquiera. Y es una forma de devolver el cariño que la gente me transmite cada vez que estoy en Argentina”, remata.
¿Qué ve, cuando mira por el espejo retrovisor mientras la ruta dejó atrás una brutal cantidad de clubes europeos? ¿Le cae la ficha? “Es una locura. No lo puedo creer. Es como que logré todo lo que soñaba, ¿me entendés? Obviamente, en el camino hubo momentos buenos y momentos malos, pero… ¡loco, gané una Champions! Y jugué en Italia cuatro años. Soy consciente de que nadie me regaló nada, pero es como que no lo puedo creer”, dice con esa tonada cordobesa que no perdió aunque haya cruzado cientos de fronteras.
Acaba de mencionar la Champions. Alzar ese trofeo es para pocos. Muy pocos. Le pregunto, entonces, si puede trasladarse mentalmente a ese momento, a esa coronación. “Sí, me puedo trasladar a esa temporada, porque para mí fue una de las mejores de mi carrera. Fui a uno de los mejores equipos del mundo, con las mejores jugadoras del mundo, el mejor entrenador, la mejor estructura. Ganamos el Scudetto, la Copa Italia y la Champions, para coronar ese año increíble. Y tuve la posibilidad de que pudiera estar presente Pablo, mi marido. Al 50 por ciento de mi carrera se la debo a él en todo sentido”, enumera.
El orgullo no queda sólo en haber alzado la Champions. La amistad con casi todo aquel plantel del Novara italiano también es un trofeo para “la Yas”. Es más: entrenar, viajar y jugar con talentos como Paola Egonu, Michelle Bartsch-Hackley, Cristina Chirichella, Stefana Veljkovic y Francesca Piccinini fue como haber hecho un posgrado intensivo y placentero.
“Egonu me dice ‘mami’. Ella era muy jovencita y recién salía el tema de que era lesbiana y sufría muchísima discriminación por ser negra. El año de Novara se le iba de las manos, no lo podía controlar. Y se apoyó mucho en mí. Me llamaba llorando y yo le decía: ‘Tranquila, ya voy’. Hoy nos vemos y Egonu me dice ‘mami’, ¿me entendés?”, relata. “Para mí, también fue una satisfacción enorme no haber desentonado a lado de semejantes jugadoras”, remarca.
“Después de ese año en Novara quedé como mejor receptora de la Liga de Italia. Cuando era chiquita, en la Selección me sacaban para que no reciba, porque no sabía recibir. Y yo sabía que si quería ser olímpica y jugar en Italia tenía que ser una punta más completa. De ahí a ganar el premio a mejor receptora en Italia es un montón”, se enorgullece.
Surge, en ese instante, una duda. ¿Tenía ídolas o referentes a los 14 ó 15 años, cuando comenzó a imaginarse jugando en Europa? “Veía a Caro Costagrande. Sabía de ella y veía algún videíto. Sabía que era la única argentina en Italia y allá hizo lo que quiso. Y yo quería jugar en Italia. En ese momento no había redes, no había Internet, vóley por televisión, nada”, detalla. “Jugamos en contra en el Grand Prix y en el Mundial 2014, cuando ella aún jugaba para Italia. Por las vueltas de la vida, nos cruzamos en la Liga de Turquía. Y hoy somos mejores amigas. ¡Una locura! Un año intentamos jugar juntas, porque nos habían hablado de Brasil y el entrenador era Nicola Negro, un italiano. Cuadraba todo. Pero ella dijo: ‘No aguantó otro año más’. Y se retiró”, se apena.
En algún momento, la charla deriva en el “fenómeno Panteras” del que ya habíamos hablado. Pero le encuentro una nueva veta: saber que disfruta más allá de los resultados: como ya dije, la Selección ni siquiera está entre los veinte mejores equipos del mundo, y aun así el cariño popular es inagotable. La respuesta tiene la contundencia de sus ataques. Y refleja su madurez.
“Desde que empecé a laburar con César, mi psicólogo deportivo, cambié un poco la mirada. Antes la pasaba ‘para el orto’. Ahora, después de un partido, Pablo me manda un mensaje y me pregunta si me divertí. Y punto. Pero antes me pasaba de vueltas con la autoexigencia. La pasaba mal. Pero mal, literalmente. Creo que tiene que ver con la madurez como mujer, como persona y como deportista”, asegura.
Y le da una vuelta de tuerca que suena excelente. “Antes me re-calentaba. Puteaba. Pero ahora sé que tenés revancha. Y si perdimos, quiero saber el porqué. Veo los números y por ejemplo, pido un compilado de videos de lo que hice mal. ‘Pasame un video con todos mis ataques malos’. Y me pongo a ver si fue porque no moví las piernas, si decidí mal, si decidí bien pero se me fue la pelota. Quiero entender el porqué de las cosas”, dice.
Hace poco, en su Campus, una chica le preguntó qué le diría esta “Yas” experimentada a “la Yas” que recién empezaba a jugar al vóley. Sintió electricidad en el cuerpo antes de poder responder. “Que disfrute. Que se divierta”, dijo.
Ahora lo sabe. Antes no podía. No sólo alcanzó la cima al abrazarse a la Champions. Ya no se castiga por una derrota. Cada pequeño aprendizaje, en una cancha o fuera de ella, le arranca una sonrisa.
Ya lo dijo: maduró como deportista y como mujer.
Y es evidente: si ella disfruta, también lo hacen Las Panteras. Y el público, por supuesto.
👋🇦🇷🙌
¡Manos y afuera!
La seguimos pronto.
Abrazo para todos.
Gabo
📸 Fotos de CEV.eu, Liga Italiana y redes sociales de Yamila Nizetich
LA PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA
Yas Nizetich: “Estamos en uno de los mejores momentos de la historia de Las Panteras”
Hola, ¿cómo están? ¿Todo bien? Desde que pasaron por Córdoba para jugar un amistoso contra Cuba, hace algunas semanas, tenía muchas ganas de hablar con “la Yas” (“la”, con artículo: así hablamos en Córdoba, sepan disculpar). Como no pudimos charlar en persona, quedamos en que lo haríamos por Zoom. Sin embargo, hubo cambio de planes. Esa jugadora que es ca…