Daniel Castellani, entrenador de Las Panteras: “Sin riesgo no hay victoria”
Hola, ¿cómo éstan?
Hay pocos apellidos tan asociados al vóley argentino como éste: Castellani.
Capitán de la Selección Argentina que sorprendió con el tercer puesto en el Mundial 1982 y se subió al podio en los Juegos de Seúl 1988, y posteriormente entrenador de la Albiceleste que ganó los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995 y generó un vínculo muy especial con el público en los años noventa, al currículum deberá agregarle unas páginas más. Serán las que escriba, desde ahora, con Las Panteras.
Daniel Castellani, de él se trata, ya dio la vuelta al mundo. Dirigió por todos lados. Por aquí y por allá. Entrenó clubes de Polonia, Brasil, Grecia, Turquía y, por supuesto, Argentina, y también dirigió las selecciones masculinas de Polonia y Finlandia.
Ahora, a los 62 años, volvió a casa para volcar su experiencia en un proyecto de desarrollo integral de los seleccionados argentinos femeninos hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
A continuación, la primera parte del extenso diálogo del entrenador de Las Panteras con De Selección.
Antes de la entrevista, una pequeña pausa. Este video es un fragmento de una de las transmisiones de ESPN de la VNL masculina, en la cual Alejo Rivera enumera datos y cita la fuente de los mismos: De Selección. Si los grandes medios y ustedes, como lectores, valoran la info de este newsletter, los invito a sumarse a alguna de las opciones de suscripciones pagas (las tres opciones en Cafecito y los planes en n Mercado Pago: plan 1, plan 2, plan 3) o las donaciones a través de Cafecito App. ¡Muchísimas gracias!
Bueno, ¡no los entretengo más!
Ahora sí, la primera parte de la charla con Daniel Castellani.
–¿Qué te sedujo esencialmente como para tomar el desafío de Las Panteras?
–En el primer contacto que tuve con la FeVA respondí que no. Nunca había trabajado en el femenino. Es un mundo que no conocía. De hecho, había tenido tres o cuatro ofertas previas con el femenino, y siempre respondí que no. Hace unos meses me llamaron de otra federación para hacerme cargo de toda la estructura de varones y mujeres. En ese momento me dije: “Qué lástima que a esto no lo hago para mi país”. Ese acuerdo no se cerró y apareció de nuevo la FeVA. Llevo más de veinte años en el exterior y el tiempo se acaba para todos. Entonces, con toda la experiencia acumulada, ¿qué mejor que cerrar mi ciclo acá, en casa? Y aquí estoy…
–¿Y cómo empezaste a meterte en ese mundo desconocido del vóley femenino?
–Empecé a mirar partidos. Además, tengo muchos amigos que son muy buenos entrenadores de femenino: Giovanni Guidetti, Macello Abbondanza, Stephane Antiga y Stefano Lavarini. Y todos me decían: “Te va a gustar, te va a gustar”. Y ahí dije: “Bueno, dale, vamos”.
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También acepté el desafío porque la FeVA quería un programa integral. No es un programa sólo para entrenar a Las Panteras, al primer equipo, sino que se trata de integrar desde la captación de talentos hasta la Sub 17, la Sub 19, la Sub 21 y mayores. El objetivo es meternos en ser competitivas en el segundo pelotón del nivel internacional. Eso es lo que la FeVA y nosotros estamos buscando.
–Tus amigos te dijeron te iba a gustar el femenino. Por lo que viviste hasta ahora, ¿te gustó?
–¡Me encanta! Estoy muy sorprendido de la respuesta de las chicas al aprendizaje: están muy abiertas a aprender. Cambian muy rápido. Puedo contarlo con un ejemplo concreto: en la locura del entrenador, terminé de editar un video en casa como a las 11 de la noche. Lo envié por WhatsApp y les dije a las chicas que lo vieran. Facundo Morando, mi asistente, me comentó que, a la mañana, sin que él les dijera nada, ya estaban haciendo cosas del video. A la tarde les pregunté si habían visto el video. “Obvio”, me respondieron. Muchas lo habían visto la misma noche que lo mandé. Con los varones, eso no pasaba.
Me digo: “¡Qué poder de aprendizaje y qué motivación tienen!”. Para un entrenador, eso es fantástico. A nivel feeling motivacional, para mí es como cuando empecé a entrenar equipos: esa pasión por hacer cosas. Cuando fui dirigiendo otros equipos, que son mucho más competitivos, más que enseñar tenés que gestionar: gestionar a una estrella, gestionar egos y tomar decisiones en los momentos justos. Pero todo esto de la enseñanza y el aprendizaje hacía rato que no lo sentía. Y me tiene muy contento.
–¿Qué fue lo primero que hiciste para adaptarte a este nuevo mundo?
–Lo primero que hice fue tomar dos VNLs, un Juego Olímpico y un Mundial: pusimos 140 partidos de los mejores equipos en una computadora y empecé a estudiar qué hacían los mejores equipos del mundo en cada situación. Eso también me gustó: no digo que fuese desde cero, pero tenía que estudiar para entender las razones de cada situación. Para desarrollar los sistemas necesitaba datos: datos concretos, no opiniones. Datos duros.
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–¿Qué advertiste cuando empezaste a estudiar el vóley femenino? ¿Cuáles fueron las primeras conclusiones?
–El vóley femenino está con discusiones técnico-tácticas que el vóley masculino ya pasó hace diez o quince años: cómo la importancia del físico condiciona la técnica y los sistemas. Ahora tenés jugadores como León, Leal, Grozer, Muserski. El biotipo mundial cada vez resulta más alto, más fuerte, más coordinado. Antes, los chiquitos dominaban lo técnico. Ahora, esos “chiquitos” son de 1,98 metros. Ahora, el vóley femenino tiene la primera camada de súper-atletas. En otras épocas no había jugadoras que te hicieran 40 puntos en un partido. Ahora están Egonu, Haak, Vargas, Boskovic, Larson, Thompson. Son jugadoras de 1,90 que atacan a 3,25 ó 3,30 y te pueden hacen 35 ó 40 puntos en un partido.
UN SEXTETO QUE METE MIEDO. Las jugadoras mencionadas por Castellani: Paola Egonu (Italia, 1.93), Isabelle Haak (Suecia, 1.94), Melissa Vargas (Cuba, 1.94), Tijana Boskovic (Serbia, 1.94), Jordan Larson (Estados Unidos, 1.88) y Jordan Thompson (Estados Unidos, 1.93).
–Una vez que pasaste a la cancha, para comenzar los entrenamientos, ¿con qué te encontraste?
–Una cosa que fui buscando es mayor intensidad. Por momentos, en las prácticas yo les preguntaba a las chicas: “Del 0 al 10, dale un número a la intensidad de tu fuerza. ¿De cuánto fue ese ataque: 4, 5 ó 6? ¡Tenés que atacar más de 7!”. La idea es estar muy cerca del umbral, del máximo. Siempre. El hombre, instintivamente tiene agresividad. Yo no quiero que las mujeres entrenen tres horas. Quiero prácticas más cortas pero con mayor intensidad.
–Además de la intensidad, ¿sobre qué otra arista querés trabajar?
–Otro tema es el riesgo: no podés ganar si no hay riesgo. Las Panteras jugaban a no errar. En hombres y mujeres, la frustración y la tolerancia al error es bien distinta. Por ahí, el hombre hace diez errores y basta que le salga una pelota buena para irse contento a su casa. “¡Hiciste la gran Maradona, la gran De Cecco, pero erraste 20!”.
La mujer no quiere tener 20 errores: no le gusta, siente que se expone. Entonces, eso limita la toma de riesgos. Por eso, el error no tiene que ser un problema: el error es el camino, es lo que nos va a transformar en un mejor equipo. Lo que tenemos que ver es el porqué del error. Y después, entrenar, entrenar y entrenar, y el error se va achicar. Sin riesgo no hay victoria.
–El objetivo es meterse en el segundo pelotón internacional. ¿Cómo se proyecta esa meta? Ese objetivo es a largo plazo, para los Juegos Olímpicos 2028, y en el medio seguramente habrá postas.
–Claro. Y ahí es necesario ver qué tiene Argentina hoy. Tiene tres o cuatro jugadoras como Yas Nizetich (34 años), Tato Rizzo (36 años) y Érika Mercado (31 años), que son mayores de 30 años y tienen muy buena experiencia. Éste es el último año de Rizzo. De Yas se espera que juegue mucho más: va a depender del físico, pero no sabemos, aunque algunos atletas hoy están jugando hasta los 36 ó 37 años.
Después tenemos chicas jóvenes con experiencia, como Vicky Mayer, Cande Herrera y Bianca Farriol, que ya estuvieron inclusive en unos Juegos Olímpicos. Y otras como Bianca Cugno, una opuesta que ya hizo buenos mundiales en categorías formativas y, con 20 años, está jugando en Francia. El tercer grupo es el de las jóvenes de entre 17 y 20 años.
–¿Qué características tiene ese grupo?
–Ahí tenemos un grupo de unas 10, 12 jugadoras que son muy, muy interesantes. Tienen proyección. Y queremos ponerlas en la selección nacional permanente. Ésa es una de las cosas que escribimos en el proyecto: para dar un salto de calidad, los seleccionados no pueden entrenarse 10 días por mes.
Italia, Países Bajos, República Checa, Polonia, Brasil y Francia tienen selecciones permanentes: las 12 ó 14 atletas que tienen proyección ya están entrando todos los días doble turno. No podemos dar esa ventaja: entrenamos 10 días por mes y después las chicas se van a su club. Si tenemos una selección permanente, vamos a acelerar ese proceso y tal vez en dos años de ese grupito de 12 ya podemos poner cuatro o cinco en el seleccionado de mayores.
–En el contexto éste de las súper atletas, ¿ves proyectos de jugadoras argentinas que puedan destacarse?
–Sí, hay jugadoras. Hay chicas muy interesantes, pero tenemos que desarrollarlas físicamente y de manera rápida, porque hay chicas de 1,89 que tienen proyección pero hay que trabajarlas ya mismo, para que lleguen a los 20 años en condiciones de competir a nivel internacional.
Nuestro biotipo no es el norteamericano, el ruso, el chino o el polaco. Nosotros estamos más cerca de Tailandia o de Japón. En varones, nosotros somos más parecidos a Francia que a Rusia o Polonia. Tenemos que mejorar el físico y jugar más rápido. La idea técnico-táctica con el equipo también es la de jugar más rápido. No podemos jugar lento, porque no tenemos potencia física.
Bueno, se terminó esta entrega.
Nos vemos muy pronto.
Manos y afuera.
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