Borombombón, borombombón, son los pibitos del “Cabezón”: el DT le pasa el escáner al gran Mundial U21
Hola, ¿cómo están?
Hace un par de semanas que tenía ganas de hacer este newsletter. De tener esa charla. Hasta que ocurrió no sabía cuánto la iba a disfrutar. Intuyo, además, que el texto va a quedar buenísimo. Pero siento, sobre todo, que se abrió alguna puerta nueva. Veremos.
Sebastián Fernández, “el Cabezón”, sigue teniendo los mismos gestos y ademanes de cuando era chico. Me conmovía ver esas señas de identidad en cada foto o video del Mundial U21 jugado en Bahrein. Un Mundial de alto vuelo para la Selección Argentina, que metió cinco victorias en seis juegos hasta llegar a semis, incluyendo un triunfo inolvidable en sets corridos sobre Brasil para meterse entre los cuatro mejores del mundo en esta categoría por sexta vez en la historia.
¿Vamos a jugar? ¿Se prenden en el mano a mano con “el Cabezón”?
Dale, los espero en la cancha.
Uno de los primeros recuerdos que tengo asociados al vóley es de febrero o marzo de 1990. Yo tenía 14 años. Había jugado un par de veces en un club al que íbamos en verano con mis viejos y me había picado el bichito. Llegué al enorme predio de Banco de Córdoba para averiguar: quería jugar al vóley. En una de las canchas, la que daba hacia la calle, había dos chicos de diez u once años. Uno de ellos era “el Cabezón” Fernández. El otro, Javier Filardi.
En algún álbum de fotos viejo andan dando vueltas algunas reliquias. Ya lo voy a encontrar. Me acuerdo de una de las fotos, en “el Poli” General Paz, donde compartimos equipo –dirigidos por un tipo de esos que te dejan enseñanzas para toda la vida: “el Gurí” Rodríguez- de un torneo con “el Cabezón” Fernández, que era un avanzado, porque era dos o tres años más chico que el resto. También tengo que hurgar dónde anda otra foto: es de un intercolegial y volvimos a jugar juntos con ese pibe que tenía unas manos enormes: iba, como yo, a la secundaria Ingeniero Víctor Reé.
Lo vi jugar Ligas Argentinas, Metropolitanos, después Sudamericanos (de clubes y de Selección) y hasta Mundiales de Clubes. Ya retirado como jugador, le hice una entrevista en mi última etapa en el diario La Voz del Interior: su equipo y el de su papá, “el Gallego” Fernández, jugaron en contra unas finales de Córdoba.
Cuando hicimos esta entrevista, la semana pasada, ya en 2023, hacía bastante que no charlábamos. Nos pusimos al día. Disfrutamos. Y me emocioné oyéndolo y gesticulando, con esos ademanes tan propios de él. Del “Cabezón”. Porque –y sepan disculpar las auto-referencias previas- a este newsletter no lo quieren leer por mí, sino por él, que llevó a la Selección Argentina a meterse en semifinales del Mundial U21 disputado recientemente en Bahrein.
LA EMOCIÓN DEL CABEZÓN
El Zoom ya está grabando. Le pregunto cuál es la primera imagen que se le cruza cuando piensa en el Mundial. “Cuando le ganamos a Brasil 3-0 y nos metimos entre los cuatro. Ese momento para mí fue algo hermoso”, me responde. “Si cierro un poquito los ojos, estoy ahí adentro. Fue una emoción que la iba sintiendo, porque en el tercer set íbamos arriba todo el tiempo. La iba sintiendo, pero no la terminaba de asumir. Y Brasil fue a quemar naves. El último fue como un estallido, porque nos metimos entre los cuatro, en un contexto de ‘matar o morir’ contra Brasil”, explica.
EL VIDEO DEL CIERE DEL JUEGO CONTRA BRASIL
“El Cabezón” marca un dato. Es la quinta vez en la que Brasil no está entre los cuatro mejores de un Mundial de esta categoría. Y es la sexta ocasión en la que Argentina se mete en ese cuartetazo. “Y yo tuve la suerte de estar en las dos últimas: en 2021, como asistente de Martín López, de quien aprendí mucho, y ahora, en 2023, como entrenador principal”.
“El Seba” va desgranando datos. El año pasado, Brasil decía que se estaba preparando para ser campeón mundial U21. Tenían un promedio de altura de 2,02 metros. Disponen, entre otras bondades de la Confederación Brasileña, de Saquarema: “un CENARD, pero sólo de vóley”, explica. Y sumaron a dos jugadores que estaban jugando la VNL con los mayores, con el objetivo de alimentar sus chances de llegar a lo más alto del Mundial U21 en Bahrein: Arthur, un punta de 2,05, y Thiery Fellipe, un central de 2,04.
“Hay un entrenador al que quiero mucho que me escribió la noche anterior al partido con Brasil. No lo voy a nombrar, pero si él lee esto, sabe quién es. Me escribió y me dijo: ‘Cabezón, ellos están muy preocupados. Todos. Los jugadores y el staff técnico tienen una presión muy grande. Y contra nosotros, peor todavía. Están preocupados de verdad. Meteles con todo’”, recuerda.
El técnico de la celeste y blanca se transporta a una charla con el plantel, en la previa al cruce con la Verdeamarilla. Tiene clarísimo el mensaje. El tamaño del desafío. Y el mismo planteo de siempre para esta camada de jugadores: sería el equipo –y no las individualidades- el que permitiría que Argentina llegase a buen puerto.
“Estábamos convencidos de que, haciendo las cosas bien, les podíamos ganar. Pero no imaginamos que de esa manera”, destaca: victoria en sets corridos, con un último capítulo muy, muy holgado.
“En ese partido y en la mayoría de los otros, lo que hicimos bien fue transmitirle al rival que iba a estar difícil hacer picar la pelota en nuestra cancha. Que nosotros no éramos sólo agresivos desde el ataque, sino también en defensa, donde íbamos a buscarlas a todas, pelearlas a todas. El equipo terminó transmitiendo eso en todo el torneo: esa fue nuestra identidad”, analiza sobre ese juego, pero esencialmente sobre lo que fue algo la huella digital albiceleste en Bahrein.
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DIAGNÓSTICO, LABURO Y EJECUCIÓN
Ya estaba hecho el diagnóstico. Faltaba mezclar pasado y presente. Y meterle mucho laburo. Un laburo que permitió unir esas piezas del ayer y del hoy. “En este Mundial no se podía recibir ‘de arriba’. Entonces, hicimos un trabajo muy arduo de saque y recepción. Por un lado, sabíamos que necesitábamos la pelota cerca de la red para rotar, porque éramos bajos respecto de otros equipos”, inicia la explicación.
“Este trabajo terminó dando resultados, porque terminamos como el mejor equipo en recepción en el Mundial. Pero en el clásico con Brasil también nos favoreció que no asumimos tanto riesgo en el saque, porque nos encontramos con algo que sabíamos que podía pasar: que los equipos altos sufrían mucho el saque flotado”, añade.
Cuando terminó el Sudamericano 2022, en el que el mismo Brasil se impuso por un claro 3-0 sobre Argentina, el cuerpo técnico de “el Cabezón” se planteó mejorar esencialmente dos elementos.
El staff que completan Cristian Coffen (asistente), Matías Coria (estadista), Guido Malagrino (kinesiólogo), Mariano Delavalle y Ezequiel Alem (preparadores físicos) se propuso evolucionar en la consistencia en el saque –que fuese agresivo, pero consistente, continuo- y el ataque de rotación. “El staff fue clave, en lo humano y lo profesional. Estuvieron siempre al pie del cañón para cada locura que se me ocurriera”, remarca “el Cabezón” durante la charla.
Fue planificación, trabajo y resultado. Porque la evolución fue notable. Sobre todo, contra Brasil, en pleno Mundial.
“Laburamos muy bien las dos fases de ataque. El ataque de rotación -uno de los objetivos planteados- y la transición, porque pudimos trabajar mucho el volumen de juego, tocar en bloqueo, defender. En el momento en que había que hacerlo, lo hicimos óptimo”, se enorgullece de sus pibes. De esos pibes que llevar a Argentina a “semis” mundialistas.
“Con Brasil, esas dos fases fueron óptima. Y salvo con Italia y Bulgaria, las pudimos sostener muy bien. Desde 2022 mejoramos el ataque de rotación en unos números estadísticos que quizás no son los de otros equipos mucho más poderosos, pero sí nos transformamos respecto de nosotros. Ese laburo nos dio el saltito de calidad para meternos en la conversación con los mejores”, argumenta.
La madurez del equipo, que creció a pasos agigantados desde el Sudamericano de 2022, es otro elemento sustancial. La competencia interna, además, fue otra clave. “La camada de las clases 2003 y 2004 no es ni muy alta ni grande ni tiene muchos jugadores potencialmente seleccionables. Pero sumamos a Germán Gómez, con unas condiciones enormes pero quien tiene sólo dos años de vóley, y a Pablo Denis, otro de los jugadores que no había sido parte de esta selección en Menores. También se incorporó Fausto Díaz, de la Menor, y se adaptó enormemente e hizo un gran Mundial”, detalla el entrenador de la celeste y blanca.
Esas apariciones encendieron un fuego interno. Una combustión. Una forma de desequlibrio que terminó equilibrando todo. Ya nadie se sintió con el lugar asegurado. Ya nadie pudo relajarse. El piso se levantó. Y el techo no hizo más que subir. “Además, es un grupo espectacular. Me saco el sombrero ante ellos. No sé si he estado en un grupo tan unido, tan fuerte colectivamente”, los elogia el técnico.
LAS CARTAS PARA EL TRUCO
El posible trampolín hacia la Selección Mayor es, de manera evidente, uno de los temas de la charla. “El salto de U21 a la mayor, cuando son pibes que tienen 19 ó 20 años, es bien grande. En 2019 fui asistente de la Selección que fue al Mundial. Estaban Lulo Palonsky, Luchi Vicentin y Nico Zerba, que hoy son tres de los 14 jugadores de la mayor. Pero recién se consolidaron en la Selección Mayor tres o cuatro años después de aquel Mundial U19. Y no hablo de ser titulares o suplentes, sino de estar consolidados dentro del equipo de mayores”, plantea.
Tratar de orejear las cartas es algo que nos tienta a todos. Como si estuviésemos jugando al truco después de un asado. Avizorar los mejores prospectos. Tratar de seguir la trayectoria de los que tienen potencial para vestir la celeste y blanca por muchos años más.
“Todos los que viajaron tienen mucho para crecer, aunque siempre son tres o cuatro jugadores los que pueden tener una mayor proyección. De todos modos, no quiere decir que después alguno de los otros no te sorprenda, porque no siempre maduran de manera lineal. Depende de cada uno el poder dar ese salto”, afirma.
Imanol Salazar, central de 2,02 metros, es uno de los apuntados por “el Cabezón” Fernández. En Bahrein metió una media de 2,62 puntos de bloqueo por partido y tuvo una eficiencia de 61 por ciento en ataque. En 2022 había sido parte del equipo ideal del Sudamericano U21 en Brasil. “Tiene que seguir evolucionando desde lo técnico, para hacer una mejora física importante. Pero tiene con qué…”, sostiene.
Germán Gómez, un opuesto que promedió 13 puntos por juego en Bahrein, parece ser una de las mayores promesas del vóley argentino. También fue parte del equipo ideal del Sudamericano U21 de 2022. “Tiene que seguir madurando deportivamente, pero desde lo físico es impresionante. Hay que cuidar esa máquina, porque no es normal. ¡Llegó a la Selección y saltaba 1,10 metro! Toca 3,60 con una altura de 1,92 ó 1,93. Y tiene apenas dos años de vóley ‘en serio’, porque antes jugaba con amigos del barrio en Corrientes”, describe.
Otro de los pibes que tienen muy claro lo que quieren y hacia dónde va es Lucas Conde, hijo de Martín Conde, representante olímpico argentino y sinónimo de la etapa dorada del vóley playero nacional. “Lucas tiene una calidad de recepción exquisita y la puede seguir mejorando. Debe seguir evolucionando desde el ataque, para ser un punta más completo”, lo describe su entrenador.
Sobre Pablo Denis Cabañas, el opuesto suplente en el Mundial, también hay depositadas muchas esperanzas. “Tiene condiciones para estar en la mira de la Selección Mayor. Entrecortados, jugó apenas tres años de vóley. Tiene casi dos metros, le pega naturalmente fuerte y tiene un brazo pesado. Es un pibe al que todo le costó mucho y es evidente el plus de querer más y más”, completa “el Cabezón”.
Nos reencontramos pronto.
¡Manos y afuera!
Abrazo para todos.
Gabo
SORTEOS DE JULIO. Juan Pablo Gatti ganó la camiseta autografiada de la Selección Argentina masculina autografiada por los jugadores y Paula Di Matteo se llevará el combo de indumentaria de Thorium. ¡Felicitaciones a los ganadores!
📸 Las fotos son de Volleyball World
BONUS TRACK
MUNDIALES U19. Las Panteritas ya iniciaron el Mundial U19 en Hungría y Croacia. La Selección masculina será local, en San Juan, a partir de este martes. Para más info, FeVA.org.ar y las webs de ambos Mundiales: U19 femenino | U19 masculino
Que gran nota como siempre. Que pasión que le ponen los técnicos de todo el voley argentino, creo es el fruto del sostenimiento a nivel mundial del voley argentino.